lunes, 18 de agosto de 2014

No estás.

No estás, y por ti todavía recuerdo tardes de interminables meriendas, pies descalzos, rodillas magulladas...

No estás y me arrepiento de todo aquello que nunca hice, nunca supe, nunca quise aprender; ahora tarde llega el lamento y ahogado quedará en las azules luces de un nuevo día, nuevos propósitos, nuevas metas que alcanzar...

No estás y me confundo entre mis pensamientos y mis creencias, todo aquellos dogmas que nunca se tenían que mover, ahora huyen con el viento caliente del verano, ni al otoño tienen fuerzas de esperar ni vergüenza para despedirse...

No estás y ya soy nuevo menester, piernas fuertes, sangre fresca, ojos curiosos, para cruzar otras cien fronteras y ganar otros cien horizontes al sol que nunca se cansa de huir de nosotros.

Aún no estás, y antes sabré yo lo que es la noche, para que tu corras libre y inconsciente, te sientes en las orillas del río, firme, plácida, siempre curiosa.


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